Meditación

,En este espacio no hablaré de iluminación, de satoris ni de nirvanas. Tampoco de técnicas meditativas, porque haberlas haylas y muchas, aunque cualquiera de ellas practicadas diariamente seguro que aportan los mismos beneficios, ofrecen los mismos frutos y distribuyen parecidas gracias.

Soy de la opinión y tengo la certeza, por experiencia propia, que la meditación es un precioso complemento a la terapia. Parto de la premisa de una práctica meditativa en quietud, oscuridad y silencio.

Tan solo con el hábito de sentarse diariamente, aunque sea por poco tiempo, los beneficios que aporta son tales, que estoy más que agradecida por poder compartir aquí, animar e invitar a quien me lea, a que busque un lugar y un tiempo en su cotidianidad para su práctica.

Mi maestro siempre nos dice:
«Si no puedes traerme tus éxitos, tráeme tus fracasos».
Lo que nos está diciendo es: siéntate a meditar con ganas y sin ellas.
Así de simple.

Tómate el tiempo que creas que puedes estar contigo mism* y mantenlo aunque tu mente te diga lo contrario, o te diga que estés más tiempo, o escuches como te susurra: «vaya tontería que estás haciendo, no ves que esto no es meditar, yendo tu mente de un lugar a otro». Manténte ahí porque esto forma parte de la meditación.

No nos ponemos a meditar cuando la mente esta tranquila, meditamos para darle un tiempo y un espacio a la mente para que se calme. Y así, en ese vaivén de quejas en tu mente y de susurros seductores, si te mantienes firme, sentad* en tu cojín, o en tu sillón, con el tiempo verás que: la quietud física ayuda a la quietud mental, aunque también es cierto que al principio pone más en evidencia el ruido constante de la mente y las tensiones corporales, y que la oscuridad y el silencio son facilitadores para entrar en estados de introspección.

Cuando meditamos invertimos nuestra atención: de lo exterior vamos al nuestro interior, del ruido vamos al silencio y del movimiento a la quietud. Nos cerramos a los estímulos externos, a los sensoriales, y nos abrimos hacia el interior, eso no significa que nos aislemos de lo que sucede a nuestro alrededor, al contrario, la presencia en la meditación nos abre a percibir todo lo que nos rodea, integrándolo en la práctica en vez de pelearnos con ello.

La meditación pone luz allí donde la terapia pone conciencia
La practica de observar nuestra mente y nuestras emociones sin manipularlas, de mirarlas de manera desapegada nos ayuda a relativizar las cosas, a relativizar la vida. El hecho de sentarnos con ganas o sin ellas, nos ayuda a ser más compasiv*s y amables con nosotr*s mism*s, dándonos cuenta de que no tenemos que ser más perfect*s de lo que ya somos, ya que forma parte de nuestra perfección nuestra supuesta imperfección.

La meditación nos invita a ser simples y a ser humildes, en el sentido de que cuando nos sentamos a meditar sin expectativas, ni esperanzas de logros, de alguna forma estamos admitiendo que hay una realidad mucho  más grande que nosotr*s mism*s. En esta entrega al aquí y ahora, a algo que va más allá de nosotros mism*s radica la fuerza de la vida plena.

La meditación es un constante volver al presente,
La terapia Gestalt y Karuna (compasión) nos invitan a trabajar con la realidad del presente y volver al propio centro una y otra vez, esta es una práctica para vivir en lo profundo dejando la superficie. Es una invitación constante de mirar y soltar, sentir y soltar,  y en ese soltar poco a poco nos vamos aligerando… la vida continua.

No meditamos para huir del mundo sino para poder vivir armoniosamente y dignamente en él.

La meditación nos brinda la oportunidad de buscar refugio en nuestro interior.
Como decía un gran maestro: «A través de la práctica de la meditación, descubriréis que lleváis dentro del corazón vuestro propio sentido de lo sagrado, un lugar íntimo y personal «.  Así pues, allí donde vayas tu refugio va contigo y en cualquier momento, y en cualquier circunstancia puedes volver a él.

Al meditar cultivamos de manera natural: la compasión,  la amabilidad, el desapego, la paciencia, la tolerancia y la cordialidad con nosotr*s mism*s, nuestra autoestima se ve fortalecida y aprendemos a relativizar y a observar sin manipular.  Una y otra vez practicamos el volver al presente, y descubrimos que en última instancia, hay un poder en la meditación que afecta positivamente y gradualmente cada área de nuestra vida. Sin darnos cuenta, todos estos aspectos los vamos integrando a la vez que van enriqueciendo nuestro mundo interno, y por ende el mundo externo también se ve elegantemente afectado.

Por todo lo explicado hasta aquí y por experiencia personal:
la meditación es un buen complemento para la terapia y un poderoso elixir para la vida.

EN NUESTRO INTERIOR TENEMOS TODO LO NECESARIO PARA SER FELICES Y ESTAR EN PAZ 

 

 

 

 

Scroll al inicio